El Eco de tu Voz

Hoy no me encuentro muy bien así que sólo les dejo este Fan Fic One Shot, y espero que lo disfruten porque es relindo ^-^

Título: El Eco de tu Voz

Autor/a: PruePhantomhive

Género: Todos los publicos

Serie: Kyou Kara Maou!

Personajes: Wolfram von Bielefield, Yuuri Shibuya
Categorías: Angustia, Muerte
Capítulos: One Shot

Completado: Sí

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Este FanFic ha sido borrado de la página Amor Yaoi D:, así que le pedí a la autora si me da su permiso para mantenerlo subido, de mientras lo dejaré aquí ya que no puedo derle referncia de "Leer FanFic Completo" porque no lo encuentro subido por la autora en ningun otro sitio. Cuando me de respuesta haré lo que me pida ^^

Sinopsis:

El amor no correspondido duele como una navaja que se te clava en el pecho permanentemente sin poderte librar jamas de ella.
Cuando alguien te hace sufrir valiendose de tus sentimientos, solo hay una forma de hacerle sentir dolor y arrepentimiento...aunque no siempre sea el metodo correcto ¿Verdad, Wolfram?

El Eco de tu Voz

La oportunidad  se le había ido de las manos como si de agua se tratase.

Lo había convencido ¿verdad? Pero jamás tuvo la seguridad de que fuera suyo. Debió de haberlo pensado antes de aceptar nada, todo se dio tan de repente…  

Era ilógico que Yuuri de la noche a la mañana le pidiera formalizar más la relación después de haberse estado negando durante más de tres años. Debía de haber analizado la situación como el buen militar que era y  haber adivinado el motivo oculto tras la extraña petición del monarca de Shin Makoku.

Ahora, el único que pagaba con lagrimas de fuego y sangre las estupideces de Shibuya Yuuri era él, únicamente el. Wolfram Von Bielefeld.

Y lo peor de todo, era que no podía alejar de si el cinismo de Yuuri que cada vez era muchísimo más grande, lo mismo que ese estúpido ego debido a su cargo. Muchas veces, Wolfram había tenido ganas de pegarle un puñetazo pero su puesto de soldado y su amor hacia el moreno le ataban las manos, sin permitirle siquiera defenderse de sus afrentas o ponerse a resguardo.

Odiaba sentirse así.

Odiaba saberse dependiente de todos y cada uno de los alientos de aquel imbécil al que le había entregado su corazón estúpida y sumisamente.

Ese amor era un error.

Nada más que eso.

-Compréndeme-le había pedido Yuuri, mientras que una suave brisa veraniega comenzaba a caerles encima, ambos estando en los jardines del palacio-pensé que podría soportarlo por un tiempo-Wolfram agacho la cabeza,  tratando de fingir que no le había incomodado el hecho de que usara la palabra “soportarlo” ¿tan desagradable era? ¿Para Yuuri era tan horrendo que fuera hombre que ni siquiera podía “soportarle”?-Pero no, Wolf… ¿seguiremos siendo amigos, verdad?

-Si-susurro, tras armarse de valor.

Ante todo, la casta Bielefeld… pero esa maldita casta no le servia para resguardar a su corazón acribillado.

Todo había terminado…

Para siempre…

Cuando el maou le coloco la mano en el hombro y se dio la vuelta, el mazoku no pudo soportarlo. Agacho la cabeza y se echo a llorar.

No supo si fue de coraje o porque realmente había amado a aquel enclenque con todas sus fuerzas, pero sentía que se asfixiaba. Sentía en su pecho una presión horrenda que no podría sanarse de ninguna otra forma más que de esa: llorando, desahogándose como nunca hacia, dejando fluir sus emociones por primera vez en muchos años.

Seis meses, Yuuri… “me soportaste seis meses”.

Ahora, dos años después de eso, cuando la amistad hipócrita de parte del maou se había terminado al fin, Wolfram era quien seguía sufriendo. Por más que intentara aparentar que no era así…

Sus funciones como soldado seguían siendo prioridad ahora.

Cumplir los caprichos de su rey también…

Vuelve el tiempo que dejo

Tu memoria en mi canción

Vivo en el límite, el eco de tu voz

Parado delante del piano en el gran salón de música de la escuela preparatoria en la que estudiaba Shibuya, escuchando el tecleo del profesor de Yuuri contra el gran piano de cola, era Wolfram quien se desgastaba la voz entonando aquella canción que le carcomía las entrañas mientras que Yuuri, sentado en primera fila, le ignoraba mientras que hablaba con “ella” descaradamente, como si buscara apuñalarle una vez más sin importarle que el aun no se recuperara de todas las demás veces que lo había hecho ya.

Wolfram lo sabía: Yuuri le había escuchado varias veces en el pasado llorar.

Y, después de eso, el moreno entraba a cualquiera que fuera la habitación en la que él se encontrara, tan solo por el simple afán de verle enjugar sus lágrimas velozmente y sorber por la nariz, mintiendo al decir que se trataba de una simple gripe.

Ahora, estaba seguro completamente de que Yuuri le restregaba su relación con aquella chica solo por el mero afán de verle con cara de miseria.

¿Qué se ganaba el con eso? ¿Le divertía? ¿Le gustaba ver su dolor? ¿Le agradaba? ¿Era su juguete acaso?

Y te siento

Como un imposible…

Recuerdo que…

Aquella no había sido una petición de amigos.

Yuuri, simplemente, se había aparecido en el Pacto de Sangre horas atrás, dándole la orden de que le acompañara a la tierra debido a “un asunto urgente”.

“¿Este es tu asunto urgente?” pensó el rubio cuando el maou tiro de su mano, arrastrándole al interior del salón de música, enfrente de toda su clase, diciéndole al profesor que “su pariente extranjero era genial con la música y que, si quería, podría ofrecerle como ayudante en el festival de fin de cursos”.

Wolfram le miro con odio.

La mirada de parte del maou no fue mucho mejor.

-¿Verdad que aceptas, Wolf?-pregunto el maou, con voz retadora, fingidamente amable. Basura.

-Claro, Yuuri-respondió el rubio con voz gélida.

Y, de esa forma, había terminado delante del piano, a la vista de más de cuarenta estudiantes, regalándole su voz a ese bastardo que no se la merecía.

Prometí volver… cada día cálido
Se desliza para traer tu recuerdo líquido
Me abraza la piel

Entre ojeadas, Wolfram podía contemplar el rostro reluciente de Yuuri. Esa sonrisa que todos veían agradable y dulce mientras que fingía ser el gran rey. Esa basura, ese pedazo de desecho que solo jugaba con el corazón lleno de sentimientos de los demás sin importarle un comino las consecuencias de ello.

¡Ese infeliz traidor!

Apretando los puños, el rubio echó la vista al frente. Comenzaron a escocerle los ojos cruelmente mientras que trataba de que no se le fuera el aliento. Se sentía verdaderamente mal… era tan cruel…

Maldito cínico desvergonzado. ¿Cómo se atrevía a besarla delante de él sabiendo cuanto lo amaba? ¿Sabiendo que el daría su vida por el si fuera necesario?

En los días como hoy
Entre el mar y el corazón
Vivo en el límite
El eco de tu voz

Los últimos toques a las teclas fueron dados por aquellos dedos expertos y, sin más, el rubio salió corriendo de aquel sitio maldito que quemaba como el infierno. No podría soportarlo mucho mas. Tenía coraje pero aquello era exceder límites insospechables. Ya estaba harto.

¿Qué necesidad tenia de partirle el corazón en mil pedazos? ¿Qué motivos le había dado el más que amarlo con locura? ¿Le parecía justo aquello? ¿Le gustaba divertirse con él?

¿Por qué, Yuuri, por qué?

¿Es que acaso no era el suficiente? ¿Era tan poca cosa como para no lograr llamar su atención?

Por Shinou, Yuuri ¡¿Qué quieres de mi?!

Y te siento como algo imposible
Recuerdo que....
 

Miro a sus espaldas.

¿Por qué vienes detrás de mí?

Yuuri abrió la boca para decirle algo. Parecía indignado. Sin embargo, sus ojos se abrieron completamente al ver como Wolfram ponía el pie sobre el borde del barandal que separaba el pasillo del tercer piso de una violenta caída al patio principal. Wolfram ni siquiera supo qué demonios estaba haciendo hasta que se descubrió encaramado sobre el frio metal. Había perdido toda cordura seguramente.

No. No la había perdido. La tenía Yuuri.

Maldito Yuuri.

 
 
Prometí volver cada día cálido
Se desliza para traer tu recuerdo líquido
Que me abraza para volver cada día cálido
Se desliza para traer tu recuerdo líquido
Que me abraza para volver cada día cálido
Se desliza para traer tu recuerdo líquido
Me abraza la piel. 

-¡Wolfram!-grito el moreno.

Los ojos verdes se clavaron en los oscuros tan solo un momento.

Ahora si, después de tanto, le llamaba por su nombre.

Había dejado de ser “oye, tú”…

Le sonrió.

-Adiós, Yuuri.

El susurro del viento le llevo al oído esas últimas palabras…

La carrera del maou se detuvo cuando el viento se llevo algo más.

Su corazón latió violentamente.

Y, por primera vez en su vida se dio cuenta de que había perdido algo que jamás, jamás, jamás podría recuperar.